sábado, 25 de julio de 2009

PROLEGOMENOS (XIII - MUJER)

En el Universo aún incompleto del día sexto, Dios creó la mujer. Y Dios le dijo: "Te daré un corazón lleno de compasión, un espíritu libre para volar con los pájaros, una vasija para llevar vida al mundo, sabiduría para conocer grandes verdades, coraje para salir de la opresión, fuerza para mover montañas, delicadeza para besar la tierra, pasión para encender fuego en el mundo, visión para respetar la tierra que te dio a luz, un natural juguetón para bailar con los niños, risa para llenar los valles, lágrimas para borrar las penas, manos para trabajar y amar, intuición para conocer lo desconocido, deseo de ser aquello para lo fuiste creada".
Y Dios le dijo: "Mujer, te he creado a mi imagen y semejanza".
Y vio Dios que su obra era buena.

(Anónimo)

PROLEGOMENOS (XII - TALENTOS)

El jefe se iba de viaje y llamó a sus administradores, y a uno le dió cinco talentos, a otro tres... a mi me dio cuatro talentos.
Cuando volvió el jefe del viaje nos pidió cuentas: el que recibió cinco le dio otro cinco; el que recibió tres le dio otros tres. "Ven siervo bueno y fiel...".

Llegó mi turno: aquí tienes Señor: he comprado con los cuatro talentos... un edificio enorme, una estatua de bronce, un cáliz de oro y el cuarto talento lo he cambiado en dólares que es la moneda más segura.

Y el jefe me dijo: empleado estúpido, te di talentos no para que los malgastases en objetos inútiles sino para que produjeran talentos.

Avergonzado, me fui a intentar recuperar mis talentos, quise vender el edificio, la estatua y el cáliz. Solo me los pagaban en dólares y los dólaes no los cambian más que por edificios, estatuas y cálices.
Vosoros que enetendéis de economía, diganme: ¿qué puedo hacer yo para recuperar mis talentos?
(Anómimo)

PROLEGOMENOS (XI - DE LA GUERRA)

Hace veinticinco siglos, el general chino Sun Tzu escribió el primer tratado de táctica y estrategia militar. Sus sabios consejos se siguen aplicando, hoy día, en los campos de batalla y también en el mundo de los negocios, donde la sangre corre mucho más.
Entre otras cosas, el general decía:

Si eres capaz, finge incapacidad.
Si eres fuerte, exhibe debilidad.
Cuando estés cerca, simula que estás lejos.
No ataques nunca donde el enemigo es poderoso.
Evita siempre el combate que no puedas ganar.
Si estás en inferioridad de condiciones, retírate.
Si el enemigo está unido, divídelo.
Avanza cuando no te espere
y por donde menos te espere, lanza tu ataque.
Para conocer al enemigo, conócete.

A lomo de un buey azul, andaba Lao Tsé.
Andaba los caminos de la contradicción, que conducen al secreto lugar donde se funden el agua y el fuego.
En la contradicción, se encuentran el todo y la nada, la vida y la muerte, lo cercano y lo lejano, el antes y el después.
Lao Tsé, filósofo aldeano, creía que cuanto más rica es una nación, más pobre es.
Y creía que conociendo la guerra se aprende a la paz, porque el dolor habita la gloria:

Toda acción provoca reacciones.
La violencia siempre regresa.
Sólo zarpas y espinos nacen en el lugar donde acampan los ejércitos.
La guerra llama al hambre.
Quien se deleita en la conquista, se deleita en el dolor humano.
Los que matan en la guerra deberían celebrar cada conquista con un funeral.

(E. Galeano "Espejos")

PROLEGOMENOS (X - AFORISMOS)

La experiencia es engañosa, la vida es breve, largo el arte de curar, fugitiva la ocasión y difícil el juicio.
La medicina es la más noble de toas las artes, pero va muy a la zaga de las demás debido a la ignorancia de quienes la practican.
Hay una circulación común a todos, una respiración común a todos. Todo está relacionado con todo.
No se puede entender la naturaleza de las partes del cuerpo sin entender la naturaleza del organismo entero.
Los síntomas son defensas naturales del cuerpo. Nosotros los llamamos enfermedades, pero en realidad son la curación de le enfermedad.
Los eunucos no tienen calvicie.
Los calvos no padecen varices.
Que la comida sea tu alimento, y el alimento tu medicina.
Lo que cura a uno, mata a otro.
Si la mujer ha concebido un niño, tiene buen color. Si ha concebido una niña, tiene mal color.
(Hipócrates. S. IV aC)

La vida se mide por su intensidad, no por su duración.
(Avicena. S.XI)
(E. Galeano "Espejos")

PROLEGOMENOS (IX - BESTIARIO)

Fuera de Europa, pululaban los monstruos, mugía la mar y ardía la tierra. Pocos viajeros habían sido capaces de atravesar el miedo. Al regreso, contaron.

Odorico de Pordenone, que viajó desde el año 1314, vió pájaros de dos cabezas y gallinas cubiertas de lana en vez de plumas. En el Mar Caspio, de las plantas brotaban corderitos vivos. En el deserto de Gobi, los testículos llegaban a las rodillas de los hombres. En el África, los pigmeos se casaban y tenían hijos no bien cumplían seis meses de edad.
Jean de Mandeville visitó algunas islas de Oriente en 1356. Allí vio gente sin cabeza, que comía y hablaba por la boca abierta en el pecho, y también vio gentes con un solo pie, que a veces servía de sombrilla o paraguas. Otros tenían tetas y pene, o barba y vagina, y podían ser hombre o mujer a voluntad.
Los habitantes de la isla de Tacorde, que sólo comían serpientes crudas, no hablaban. Silbaban.
En 1480, el cardenal Pierre d’Ailly describió el Asia según la contaban los viajeros. En la isla Taprobana había montañas de oro, custodiadas por dragones y hormigas grandes como perros.
Antonio Pigafetta dio la vuelta al mundo en 1520. Vio árboles que echaban jojas vivas, con pies y todo, y durante el día las hojas se desprendían de las ramas y se iban a pasear.
(E. Galeano "Espejos")

PROLEGOMENOS (VIII - ORIGENES)

A propósito: ¿de dónde han salido tantas tribus? Sólo en África había diez mil hace ciento cincuenta años. Basta con dar un paseo a lo largo de un camino: en la primera aldea viven los tulama, pero ya en la siguiente, los arusi, que nada tienen que ver con sus vecinos. A una margen del río, los murle, y en la otra, los tipota. La cumbre de la montaña está habitada por una tribu y el pie por otra diferente.
Y cada una tiene su lengua, sus costumbres, sus dioses.
¿Cómo se ha producido todo esto? ¿Cómo nació esa diversidad tan increíble, esa impresionante riqueza? ¿En qué momento empezó todo? ¿En qué lugar?
Los antropólogos sostienen que en el comienzo fue un grupo pequeño. Tal vez varios. Ninguno de ellos podía contar con más de treinta o, a lo sumo, cincuenta miembros. Si fuese menos numeroso, no podría defenderse; si fuese mayor, no hallaría comida suficiente para todos (…).
¿Cómo es que la mente humana ha sido capaz de inventar tamaño número de lenguas? Y cada una de ellas, con su vocabulario, su gramática, su flexión, etc.
Se puede concebir que un pueblo grande, con miles o incluso millones de individuos, sumando esfuerzos, se dote de una lengua. Pero aquí, en medio de la jungla africana, se trata de tribus pequeñas que viven en el umbral de la supervivencia, a duras penas, van descalzas y siempre hambrientas, y sin embargo, tienen sus aspiraciones y habilidades, una imaginación, una sensibilidad al sonido y una memoria suficientes para inventarse una lengua: propia, única, para su uso exclusivo.
No sólo la lengua para ser exactos. Pues desde el mismo comienzo de su existencia empiezan a inventarse dioses. Cada tribu los suyos, únicos, insustituibles. ¿Y por qué no empiezan por un solo dios, sino que enseguida se lanzan al plural?
¿Por qué la humanidad debe vivir miles y miles de años antes de madurar la idea de uno solo dios? ¿Acaso no debería ser la primera en surgir?
(R. Kapuscinski "Viajes con Heródoto")

PROLEGOMENOS (VII - COMUNICAR)

Mis viajes con Neugusi – y recorrimos juntos tres mil kilómetros en unas condiciones tan difíciles como arriesgadas – me reafirmaron una vez más en la convicción de que la figura de otra persona entraña una riqueza extraordinaria de lenguajes. Basta con intentar detectarlos y descifrarlos.
Acostumbrados a comunicarnos exclusivamente a través de la palabra hablada o escrita, no nos paramos a pensar en que se trata tan sólo de una de las muchas maneras de comunicarse que en realidad existen.
Y es que todo habla: la expresión de la cara y de los ojos, la gesticulación de las manos y el movimiento del cuerpo, las ondas que emite este último, la ropa y la manera de llevarla, y decenas de otros transmisores, emisoras, amplificadores y silenciadores que conforman la persona y – como dicen los ingleses – química.
La tecnología, al limitar el contacto interhumano al signo electrónico, empobreces y ahoga ese riquísimo lenguaje extraverbal que – cuando estamos cerca, uno al lado del otro, juntos – no paramos de usar para comunicarnos, sin tener siquiera clara conciencia de ello.
Por añadidura, ese lenguaje extraverbal, el de la expresión del rostro y el del más mínimo gesto de las manos, es mucho más sincero y auténtico que el escrito y hablado porque con él resulta más difícil mentir, ocultar la falsedad y el embuste.
Por eso la cultura china, con objetos de que el hombre realmente pudiera ocultar unos pensamientos cuya revelación entrañaba peligro, perfeccionó el arte del rostro inmóvil, de máscara impenetrable y mirada vacía, porque sólo entonces, protegida por ese velo, la persona se podía esconder de verdad.

El inglés de Negusi se reducía a tan sólo dos palabras: problem y no problem.
Pero con ellas nos comunicábamos en las peores situaciones. Esas dos palabras, más ese lenguaje extraverbal en que se convierte toda persona cuando la observamos atentamente y nos impregnamos de ella, bastaban para que no nos sintiéramos perdidos ni extraños y pudiésemos viajar juntos.

(R. Kapuscinski “Viajes con Heródoto”)

PROLEGOMENOS (VI - DAR ES SALAM)

En esta ciudad, cuya población no superaba los doscientos mil habitantes, confluía y se mezclaba la mitad del mundo. Ya su solo nombre de Dar es Salam, que en árabe significa “Casa de la Paz”, indicaba su ligazón con Oriente Próximo (una ligazón, por otra parte, de triste memoria pues por allí sacaban los árabes a contingentes de esclavos africanos).
Pero el centro de la ciudad lo ocupaban sobre todo hindúes, paquistaníes, con todo su abanico de lenguas y confesiones presentes en el seno de su propia civilización: había sijs, había seguidores de Aga Khan, había musulmanes y católicos de Goa. Vivían en colonias aparte de los inmigrantes de las islas del océano Índico, de las Saychelles y de las Comores, de Madagascar y de Mauricio; la mezcolanza de los más diversos pueblos del Sur había alumbrado una raza hermosa, bellísima.
Más tarde empezaron a instalarse en el lugar miles de chinos, constructores de la vía férrea Tanzania-Zambia.

Al europeo que por primera vez tenía contacto con la gran diversidad de pueblos y culturas que veía en Dar es Salam le chocaba no sólo el hecho de que fuera de Europa existían otros mundos – esto, al menos teóricamente, lo sabía desde hacía un tiempo -, sino sobre todo que eso mundos se encontraban, se comunicaban, se mezclaban y convivían sin mediación y aun, en cierto modo, sin conocimiento y sin el visto bueno de Europa.
A lo largo de muchos había sido ésta el centro del mudo en un sentido tan literal y obvio que ahora el europeo a duras penas concebía que sin él y más allá de él muchos pueblos y civilizaciones llevasen una vida propia, tuviesen sus propias tradiciones y sus propios problemas. Y que más bien fuera él el huésped, el extraño, y su mundo, una realidad remota y abstracta.

(R. Kapuscinski “Viajes con Heródoto)

viernes, 24 de julio de 2009

PROLEGOMENOS (V - Murallas)

Los chinos construyeron la muralla para defenderse de las invasiones de las tribus mongolas, nómadas, ágiles y expansivas. Dichas tribus (…) no cesaban de constituir una amenaza para su Estado y aterrorizaban con el fantasma de la masacre y la esclavitud.
Con todo, la Gran Muralla no era más que la punta del iceberg, un símbolo, un signo distintivo de China (…).
Pues si bien la Gran Muralla sólo marcaba la frontera norte del imperio, también se alzaban murallas entre reinos en conflicto, entre regiones y entre barrios. Defendían ciudades y aldeas, puentes y desfiladeros. Protegían palacios, sedes gubernamentales, templos y ferias. Cuarteles, puestos de policía y cárceles. Los muros rodeaban casas particulares, separando un vecino del otro, una familia de otra.
Y si partimos del supuesto de que los chinos levantaron murallas ininterrumpidamente durante cientos e incluso miles de años, si tomamos en consideración el siempre alto número de aquéllos, su entrega y disposición al sacrificio, su disciplina ejemplar y su laboriosidad de hormigas, obtendremos un saldo de cientos de millones de horas gastadas en construir murallas, horas que en un país pobre se habrían podido emplear en cosas tan útiles como aprender a leer y aprender un oficio, en cultivar nuevos campos y criar un hermoso ganado.

He aquí por donde escapa la energía del mundo.
¡Cuán irracional! ¡Cuán inútil!

La Gran Muralla objeto de orgullo y una de las maravillas del mundo, es al mismo tiempo prueba de debilidad y aberración humanas, de un enorme error cometido por la historia, que condenó a la gente de esta parte del planeta a la incapacidad para entenderse, para convocar una reunión en trono a una mesa donde, todos juntos, se plantearan cómo emplear con provecho el ingenio y las energías acumuladas de las personas.

Tal cosa resultaba una quimera, pues la primera reacción ante cualquier amago de problema era otra bien distinta: levantar una muralla. Encerrarse, separarse. Pues todo lo que llegaba del exterior, desde allí, no podía ser otra cosa que un peligro, el anuncio de una desgracia, un augurio del mal, vaya, la mismísima encarnación del mal.

Pero la muralla no sirve sólo para defenderse. Al tiempo que protege de la amenaza que acecha desde el exterior permite controlar lo que sucede en el interior. Al fin y al cabo, en una muralla hay aberturas, puertas y verjas.
O sea, al vigilar estos lugares controlamos quién entra y quién sale, hacemos preguntas, comprobamos la validez de los salvoconductos, apuntamos nombres y apellidos, escrutamos los rostros, observamos, lo grabamos todo en la memoria.

Así que la muralla es a la vez escudo y trampa, mampara y jaula.

Su peor característica consiste en que engendra en mucha gente la actitud de defensor de la muralla, crea una manera de pensar en la que todo está atravesado por esa muralla que divide el mundo en lo malo e inferior: el de fuera, y el bueno y superior: el de dentro.
(R. Kapuscinski "Viajes con Heródoto")

PROLEGOMENOS (IV)

El dios Thot viajó a Tebas y ofreció a Thamus, rey de Egipto, el arte de escribir.
Le explicó esos jeroglíficos, y dijo que la escritura era el mejor remedio para curar la mala memoria y la poca sabiduría.
El rey rechazó el regalo:
-¿Memoria? ¿sabiduría? Este invento producirá olvido. La sabiduría está en la Verdad, no en su apariencia. No se puede recordar con memoria ajena. Los hombres registrarán, pero no recordarán. Repetirán pero no vivirán. Se enterarán de muchas cosas, pero no conocerán ninguna.
(E. Galeano "Espejos")

PROLEGOMENOS (III)

Antes de que Egipto fuera Egipto,
el Sol creó el Cielo y las aves que lo vuelan,
y creó el río Nilo y los peces que lo andan
y dió vida verde a sus negras orillas, que se poblaron de plantas y de animales.

Entonces el Sol, el hacedor de la vida, se sentó a contemplar su obra.
El Sol sintió la profunda respiración del mundo recién nacido,
que se abría antes sus ojos, y escuchó las primeras voces.

Tanta hermosura dolía.

Las lágrimas del Sol cayeron en tierra y se hicieron barro.
Y ese barro se hizo gente.

(E. Galeano "Espejos")

PROLEGOMENOS (II)

¿Adán y Eva eran negros?
En Africa empezó el viaje humano en el mundo. Desde allí emprendieron nuestros abuelos la conquista del planeta. Los diversos caminos fundaron los diversos destinos, y el sol se ocupó del reparto de los colores.
Ahora las mujeres y los hombres, arcoiris de la tierra, tenemos más colores que el arcoiris del cierlo; pero somos todos africanos emigrados. Hasta los blancos blanquísimos vienen del Africa.

Quizá nos negamos a recordar nuestro origen común porque el racismo produce amnesia, o porque nos resulta imposible creer que en aquellos tiermpos remotos el mundo entero era nuestro reino, inemnso mapa sin fronteras, y nuestras piernas eran el único pasaporte exigido.
(E. Galeano "Espejos")

PROLEGOMENOS (I)

La vida, sin nombre, sin memoria, estaba sola.
Tenía manos, pero no tenía a quien tocar.
Tenía boca, pero no tenía con quien hablar.
La vida era una, y siendo una era ninguna.
Entonces el deseo disparó su arco.
Y la flecha del deseo partió la vida el medio, y la vida fue dos.
Los dos se encontraron y se rieron.
Les daba risa verse, y tocarse también.
(E. Galeano "Espejos")