"He visto las estrellas como jamás en toda mi vida, con una intensidad que hacían la noche más brillante que el día: estrellas vivas, fugaces, chispeantes.
Aprendí a leer en ellas las estaciones, el clima, los vientos, a descifrar los secretos de la vida.
A la mañana siguiente me encontraba de nuevo con el brillo en los ojos de la gente, con las emociones, las pasiones, el llanto y la esperanza. Y de nuevo la noche, y cada vez esos puntos de luz, esas luces se volvían más y más fuertes, y comprendía la relación que se establecía entre ellas: cómo algunas se movían más rápidas y otras parecían casi inmóvile. Cómo algunas se dejaban de ver, y otras parecían surgir de la nada.
Y de nuevo el día, y luego la noche, una y otra vez estudiaba los ciclos con detenimiento tratando de sacar todo el meollo, toda la esencia, y cada vez me parecían más la misma cosa.
Y comprendí que los hombres somos todos iguales, todos llenos de vida, de color, de música. Distintas emociones que finalmente son comunes a todos nosotros, emociones que no son más que el reflejo de nuestra luz.
Y de pronto vi una imagen que me sobrecogió: las estrellas no eran simples puntos blancos sobre un fondo negro.
Ninguna descripción sería fiel a aquella imagen. Era como si las estrellas estuviesen aumentadas un millón de veces, como si de pronto pudieras ver desde el cielo un volcán en erupción durante una noche, con su centro rojo brillante y los ríos de lava alrededor tomando vida. Y esa imagen se reproducía cientos de miles de veces sobre el tapiz negro. Cada una de las estrellas era un mundo entero, con sus remolinos de fuego, sus destellos, erupciones, fogonazos, y llamaradas. Y todo ese concierto lumínico que reproducía cada una de las estrellas estaba en continua relación con el resto de cometas, planetas, nebulosas, satélites... todo, todo estaba interrelacionado.
Y parecía que en medio de todo aquello, en mitad del espacio, flotando, estaba YO.
Pasado un rato me pareció sentir de nuevo el peso de mi cuerpo posándose en el suelo. Como si acabase de aterrizar entrando de nuevo en un silencio que rompía el estruendo de explosiones en que hace un instante estaba envuelto. Respiré hondamente.
-¿Lo has visto?
-Sí, lo he visto.
- Así fue como comprendí que todos somos estrellas.- Sentenció ella".
(www.padme-aral.blogspot.com)